Esta pregunta (o la equivalente ¿esto para que sirve?) es la pregunta a la que, como docente, he tenido que responder en múltiples ocasiones. No es fácil convencer a un alumno de la utilidad de algo tan alejado de los intereses de la sociedad en general y de los adolescentes en particular. En esta sociedad tan conectada (móviles, internet, redes sociales…) la Literatura (y por lo tanto la lectura, que es un acto solitario) parece la rareza de unos pocos y más si se tienen dieciséis años. Tal vez, si consiguiéramos que los alumnos vieran estos conceptos como útiles y necesarios, conectados con el mundo que les rodea (lo que en términos de la nueva pedagogía son las “competencias básicas”), conseguiríamos que sintieran curiosidad y facilitaríamos el aprendizaje.
Más que como una mera repetición memorística de datos (algunos necesarios para que formen parte de eso que llamamos “cultura general”), el aprendizaje de la Literatura debe plantearse como una herramienta útil para fomentar el pensamiento crítico y, sobre todo, el disfrute. Que lean debe ser el objetivo fundamental. Y, si puede ser, que lean buenos libros, de esos que se quedan en el recuerdo y que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. No hay mayor satisfacción para el profesor de Literatura que contagiar a sus alumnos el gusto por la lectura.
Porque con la lectura nos evadimos de la realidad, de nuestras preocupaciones. Un buen libro nos permite conocer el mundo. La literatura es también una forma de transmisión de conocimientos, podemos aprender infinidad de cosas que la vida cotidiana no nos enseña; potencia nuestra imaginación, nos divierte (¡qué enorme placer el que nos proporciona ese libro que nos “engancha” desde la primera página y que devoramos sin ganas de que se acabe!), podemos viajar en el tiempo (al pasado o al futuro), conocer países exóticos… Sin contar con los enormes beneficios que nos aporta: amplía nuestro vocabulario, mejoramos la redacción y la ortografía, mejora la comprensión lectora (lo que es beneficioso para el estudio)…
¿No son suficientes argumentos para entender “para qué sirve la Literatura”? Probablemente no para nuestros alumnos. Seguramente no convenceremos a ninguno solo con estas razones. Y ahí está el reto: en la responsabilidad de convertir una asignatura en una pasión, eliminar los prejuicios y descubrir el enorme tesoro que se esconde en los libros.
Mª Carmen García Rodrigo
Dejo enlace a un interesante texto de Juan José Millás, Clandestinos, publicado en El país el 14 de octubre de 2005 y que plantea el gusto por la Literatura en los jóvenes como esa rareza de la que hablaba al principio. http://elpais.com/diario/2005/10/14/ultima/1129240802_850215.html