Ayer tuvimos una exhibición de judo del sensei José Llopis.
El judo desarrolla excelentemente la coordinación, la flexibilidad, el equilibrio y su práctica contribuye al desarrollo armonioso de todos los grupos musculares del organismo. Posibilita un mayor crecimiento óseo y un mejor fortalecimiento de las articulaciones, al mismo tiempo que las dota de resistencia del cuerpo frente a la fatiga y la enfermedad.
El judo ofrece al niño un formidable abanico de sensaciones y percepciones que le faculta la mejora de su adaptación.
A través de la relación que se crea con el compañero aprende a respetarlo, confiar en él, adaptarse, cooperar, ceder y resistir, aprender y enseñar, responsabilizarse de sus acciones y saber ponerse en el lugar de su compañero.
Respecto a él mismo, el niño aprende a:
Perder el miedo al contacto físico. Conocer su propio cuerpo y aumentar sus cualidades físicas. Expresarse a través del propio cuerpo. Satisfacer la necesidad motriz instintiva. Ganar confianza en sí mismo. Reducir la ansiedad a través del entrenamiento. Aumentar la concentración. Estimular la creatividad. Adaptarse a las reglas. Mejorar la tolerancia o la frustración. Mejorar la autoestima. Reconocer el esfuerzo como un valor. Incrementar el autocontrol.
Por todo esto el judo es, desde el punto de vista psíquico, una excelente escuela para la atención, la concentración y la reflexión mental, desarrollando en grado sumo la noción de respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Psíquicamente es una actividad óptima para los tímidos por la estrecha relación a la que da lugar, y para los agresivos, resultando ser una válvula de escape excelente.
A diferencia de otros deportes de combate, no desarrolla la agresividad sino que canaliza la combatividad.
EL JUDO HA SIDO RECONOCIDO POR LA UNESCO COMO DEPORTE IDEAL PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES